viernes, 9 de enero de 2015

La Tierra y sus Cinturones de Van Allen


La Tierra está encvuelta y protegida por los Cinturones de Van Allen de radiación, que se originan por el intenso campo magnético de la Tierra que es producto de su movimiento en el espacio a 107.000 Km/h. Ese campo atrapa partículas cargadas (plasma) provenientes del Sol (viento solar) y del espacio exterior (rayos Gamma), así como partículas cargadas que se generan por interacción de la atmósfera terrestre con la radiación cósmica y la radiación solar de alta energía.
Estos cinturones, altamente radiactivos, contienen antiprotones, antipartículas de enorme fuerza electromagnética.
 

Los protones y electrones que las constituyen se mueven en espiral en gran cantidad entre los polos magnéticos del planeta.

Hay dos cinturones de Van Allen a veces tres, dependiendo de la cantidad de radiación que haya en el espacio:
  • El cinturón interior se extiende desde unos 1.000 km por encima de la superficie de la Tierra hasta más allá de los 5.000.
  • El cinturón exterior, que se extiende desde unos 15.000 km hasta unos 20.000 km, no afecta a satélites de órbitas altas/medias, como pueden ser los geoestacionarios, situados a unos 35.000 km de altitud.
Con los satélites de órbita baja (LEO) se ha de buscar un compromiso entre la conveniencia de una altitud considerable para evitar la resistencia residual de la alta atmósfera, que acorta la vida útil del satélite, y la necesidad de estar por debajo de los 1000 km para no sufrir largas permanencias en los cinturones de radiación ni atravesar áreas de elevada intensidad, muy perjudiciales para dichos satélites.
Una región del cinturón interior, conocida como Anomalía del Atlántico Sur (SAA), se extiende a órbitas bajas y es peligrosa para las naves y los satélites artificiales que la atraviesen, pues tanto los equipos electrónicos como los seres humanos pueden verse perjudicados por la radiación.

El efecto Cherenkop se produce en los cinturones de Van Allen y es radiación.

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