Las regiones centrales de muchas galaxias brillantes,
incluida la Vía Láctea, albergan núcleos de agujeros negros con masas
equivalentes a millones o incluso miles de millones de soles.
Estos agujeros negros supermasivos y sus galaxias
anfitrionas parecen desarrollarse juntos. Es decir, la teoría predice que, a
medida que las galaxias colisionan y se fusionan, creciendo de manera masiva,
también lo hacen sus agujeros negros.
Estos objetos son imposibles de ver por sí mismos, pero su
gravedad puede arrastrar el gas circundante para formar un remolino de material
a su alrededor, llamado un disco de acreción. Las partículas que giran en torno
al agujero negro son aceleradas a velocidades enormes y liberan grandes
cantidades de energía en forma de rayos de calor, rayos X y rayos gamma
potentes.
Cuando este proceso ocurre, el resultado es un quasar, un
objeto extremadamente luminoso que eclipsa a todas las estrellas en su galaxia
anfitriona y que es visible desde el otro lado del Universo. En este nuevo
trabajo, publicado en Nature, su autor principal, George Djorgovski ha
informado sobre una señal de luz observada que se repite. Se trata de un quásar
distante que, según los expertos, es muy probablemente el resultado de dos
agujeros negros supermasivos en fase de fusión. Se trata de un acontecimiento
conocido en teoría, pero que no había sido visto hasta ahora.
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